Egipto,
cuna de las civilizaciones antiguas de los faraones
Egipto se
encuentra en el noreste de África y conectada a Asia por la península del
Sinaí. Este país desértico se integra en el desierto del Sahara y solo unos
oasis y el bendito río del Nilo permite que la vida florezca desde miles de años
pese a un clima seco y árido. Una de las más grandes civilizaciones del mundo
se asentó en las riberas del Nilo y dejó para la historia vestigios de su
grandeza. Todo el mundo se siente atraído por este país y sus monumentos
impresionantes. La economía del país se basa principalmente en el turismo, y la
situación actual por la que atraviesa el país afecta este recurso vital e imprescindible
para uno de los países africanos más poblados. Cuando fui la seguridad para los
extranjeros era máxima, y uno podía pasearse sin ningún peligro, es mucho menos
traumático que andar por Madrid o en el metro :-). Y aunque su
situación actual sea conflictiva, no se oyen quejas o problemas para los
turistas.
La oferta turística suele
proponer viajes que comparten unos días en motonave recorriendo el Nilo y
visitando las ciudades y los monumentos más importantes entre Assuan y Luxor, y
otros días en la capital de El Cairo. También los más aventureros pueden
preferir ir a su aire y confeccionar su viaje. Personalmente pienso que intentaré
en mi próximo viaje ir a mi aire y poder centrarme en lo que me faltó en mi
primera experiencia. Por el Nilo tendremos muchos lugares impresionantes, desde
la Presa de Asuán y el templo de Abud Simbel, hasta los templos de Luxor y
Karnak, o los templos de Kom Ombo y Edfu. Eso si, uno debe tener claro que en Egipto todo se hace muy temprano, y debe ser de los pocos sitios donde uno se
levantará a las dos de la mañana madrugando para visitar monumentos. Pero este
sacrificio vale la pena sin lugar a duda. También deberemos tener en cuenta el
calor asfixiante y protegernos en consecuencia, como cuidar nuestra
alimentación para no contraer la típica diarrea del viajero.
Luxor fue la antigua capital
de Egipto sucediendo a Menfis, y tiene
un clima cálido y seco donde la temperatura supera los 40 grados en verano. El
raís Mubarak solía ir en invierno para huir del frío de El Cairo. A pocos
metros del rio Nilo y Luxor desaparece toda vegetación y empieza el implacable desierto.
Luxor es la ciudad de los grandes templos del antiguo Egipto (Luxor y Karnak) y
de las necrópolis del imperio nuevo de Egipto, llamados el Valle de los Reyes y
el Valle de la Reinas. Cerca de Luxor, donde se sentaba la antigua ciudad de
Tebas, disfruté de la visita del complejo de Deir el Bahari
así como los Colosos de Memnón. Para la visita del complejo como en muchos
lugares pasaremos controles militares y estaremos bajo vigilancia de la policía
turística y los militares, pero uno se acostumbra rápido.
Un consejo: además de comparar
la motonave y el recorrido del viaje que hacemos, es preferible dejar El Cairo
para el último tramo del viaje. Privilegiar el Nilo y sus monumentos, y recuerde que uno va a visitar, no a descansar.
Los Colosos de Memnón
Los colosos
de Memnón son dos gigantescas estatuas de piedra de 18 metros de altura que
representan al faraón Amenhotep III sentado con las manos reposando en las
rodillas y mirando al Este. El nombre por los cuales son conocidos estos
Colosos viene del periodo helenístico y el recuerdo del héroe griego de la guerra
de Troya, el rey de Etiopía. Se sitúan al oeste del Nilo en frente de Luxor y
son esculpidas en grandes bloques de cuarcita originalmente traídas de Guiza y
de la cantera de Gebel el-Silsisa en Asuán. Los Colosos son impresionantes
cuando estamos juntos a ellos, pero no debe ser nada si lo comparamos en su
entorno original cuando presidia la entrada del complejo funerario de Amenhotep
que era más grande que el templo de Karnak en aquella época. Hoy en día quedan
pocos vestigios de la zona, y hace poco se encontró el tercer coloso de Memnón
que fue restaurado por un equipo español. Originalmente había muchos colosos
que marcaban el camino hacia el templo e iban emparejados. Estas dos estatuas
cantaban cada mañana debido a una grieta consecuencia de un terremoto antes de Cristo y fueron restaurados
durante la ocupación romana. Nos sentimos enanos comparados a estos gigantes
aunque estén desgastados. Una vez visitados estos colosos nos toca acercarnos al
templo de Hatsheput en el complejo de Deir el Bahari.
Colosos de Memnón.
Templo funerario de
Hatsheput
Hatsheput
fue la tercera mujer faraón de Egipto, hija y nieta de faraón, fue esposa de su
hermanastro faraón Tutsamis II, y regente de su hijastro Tutsamis III, hijo
ilegítimo de Tutsamis II. Hatsheput durante su reino hizo enormes obras y
gestionó un reino próspero evitando guerras. El templo de Hatsheput fue
construido por el arquitecto favorito de la mujer faraón, Senenmut (y supuesto
amante), en el complejo de Deir el Bahari al lado del templo de Mentuhotep II.
El templo fue una joya de arquitectura en su día y uno de los destinos más
visitados de Egipto en la actualidad. El templo está fundido en la roca y se
integra perfectamente en el entorno, se compone de terrazas con columnas y largas
rampas inclinadas. Hoy en día el templo fue en parte reconstruido, pero de
forma errónea y se modificó la estructura original. Muchas figuras fueron
destruidas después de la muerte de Hatsheput por el empeño de Tutsamis III para
borrar su recuerdo en la memoria del pueblo. Además si añadimos la ausencia
actual de los jardines, las estatuas de Osiris que faltan así como las avenidas
de esfinges, podemos imaginar porque este templo en el auge de su gloria fue
llamado “el sublime de los sublimes”. Se tomó como modelo el templo de
Mentuhotep pero la obra se desvió del original superándolo. El templo tiene
tres terrazas de 30 metros de ancho conectadas por rampas, así como tribunas y
pilares pintados, una capilla y un santuario. En los exteriores del templo
podemos ver las tumbas funerarias en las laderas de la montaña. Aunque se
borrara el nombre de la reina en todas las referencias de los monumentos y
pinturas, a partir del siglo XX empezó el interés de los historiadores por la
vida de esta mujer y su obra.
Columnas, terrazas y estatuas exteriores del templo de Hatsheput.
Pinturas y frescos interiores del templo de Hatsheput.
Una vez
visitado ambos lugares nos toca volver en autocar y descansar por la tarde. Uno
agradece el frescor de la brisa del Nilo en la motonave y poder cargar pilas
para las próximas visitas. Como comentaba el guía, en Egipto debemos recordar dos
cosas primordiales, la primera es que debemos "Grabar en Mente" los
monumentos y que vamos a Egipto "a visitar, no a descansar". Pero hay tanto que
ver que no nos importara sufrir y descansaremos en El Cairo.