Taberna La Fernandica, C/ Del Cerezo, 2 (plaza de Santa Elena), Ledesma, Salamanca, Castilla y León, España
Una
Taberna típica y muy peculiar donde comer cocina casera como en casa de la
abuela.
Ledesma es un espléndido pueblo que se encuentra en la provincia de Salamanca. Situado
al Suroeste de Zamora (56 km.) y accesible por la carretera ZA-313 o CL-528, y
al Noroeste de Salamanca (36 km.) y accesible por la carretera SA-300, forma un
triángulo de alto atractivo cultural e histórico en la antigua región romana de Lusitania. Si
venimos de Galicia y el Noroeste, podemos venir por la autovía de las rías
Baixas A52 y una vez pasado acercarnos desde la Puebla de Sanabria acercarnos a
Zamora. Desde el Este tomaremos la autovía A11 en Tordesillas hasta Zamora,
tanto si venimos del Noreste por la autovía A62 de Valladolid o del Centro por
la autovía A6 desde Madrid.
Ledesma tiene mucho que visitar empezando por su Castillo y los restos de su muralla,
pasando por sus Palacios, sus puentes, sus calles empedradas o sus Iglesias. También
los paisajes de Dehesas son magníficos, y son esos bosques compuestos de árboles bajos y enormes pastizales donde el ganado pasta en libertad. Y el rey
de las Dehesas es el toro bravo que podremos admirar, no sin tomar un mínimo de
precaución. Otro atractivo es la gastronomía de la zona, donde podremos comer y
descubrir los tesoros de la cocina salmantina. Una opción que descubrir y
donde comer en Ledesma se encuentra cerca de la Iglesia de Santa Elena y Plaza
de la Santa Elena.
Antes de todo uno debe explicar que este lugar no es un restaurante,
sino una casa de comidas, y que nos costará encontrar algo parecido y similar
en esta época donde todo está aseptizado y sin personalidad. Esta taberna lleva
3 generaciones funcionando, y hoy en día la lleva Tere y su hermana, ayudada
por su sobrino y donde sigue su abuela (83 años) cocinando los platos en la
cocina. La casa lleva existiendo si ninguna reforma desde su inicio, por lo que
la cocina funciona con un horno de leña. Y la comida propuesta se basa en productos
de la matanza casera, guisados con cariño y las recetas de toda la vida, sin
lujos y con sencillez. No hay protocolo, así que toca donde hay sitio y podemos
acabar en la cocina. Tampoco pedir la carta de precios porque no la hay, os
enumeraran los platos del día de memoria porque los guisaron ellos en la cocina
por la mañana.
Al
entrar llegamos a un pasillo pequeño donde hay una mini barra, y a la derecha
una pequeña sala que sirve de comedor y a la izquierda otro comedor con una
televisión (ambas de una mesa o dos como máximo). Al fondo entraríamos en la
cocina, aunque no fui, pero cuando está lleno os tocará comer donde haya sitio
y viendo como guisan la comida. El mobiliario es sensible y escaso, con unas mesas
viejas recubiertas de manteles de otra época, unos taburetes o sillas de
madera que hacen su función, y unos muros parcialmente recubiertos de madera. Rápidamente
nos damos cuenta que es un sitio donde se va a comer y disfrutar el ambiente
particular, y en ningún caso disfrutar de la belleza del lugar. Tenemos una tele y algunas fotos familiares, así como
colgado un poema como reconocimiento de un cliente.
La
comida ofrecida se basa en un menú que incluye entrante, plato, quesos, postre,
café, chupito y bebida. Los productos son caseros, y la mayoría son de la propia
matanza y del propio cultivo. De los entrantes tenemos los embutidos que son compuestos
de jamón, salchichón y chorizo, todo casero y muy rico. La ensalada es contundente,
y tenemos también sopas o potajes. Como platos principales proponen Codorniz, Pollo,
Rabo de toro, Solomillo a la plancha o a la salsa, Chuletón y lo que toque. Imprescindible
tomar la tabla de quesos, tarifa plana y podemos probar de todo y la cantidad
que queremos. Lo mejor de la propuesta gastronómica y con un excelente queso
puro de oveja. De postre suele haber Flan y tarta de queso, no hace falta
comentar que es casera, y lo comprobaremos por su aspecto, su textura y su sabor.
El café se acompaña de unos licores y como bebida tenemos el vino de la casa
que no llegué a probar, cerveza e otros refrescos, podemos olvidarnos de la
carta de vino :-).
El
ambiente del local es tal cual como si estuviéramos en casa de nuestra abuela. Cada
dos por tres aparece Tere o su sobrino preguntando si todo va bien, que tal, si
nos gusta, dándonos detalles de lo que es y como se hizo. Tere es enrollada y con
trato muy familiar y amable, al igual que su sobrino y no hay etiquetas en esta
taberna. Las raciones son grandes y por
ejemplo la tabla de queso es tarifa plana, por lo que no habrá queja sobre las
cantidades. La relación calidad precio es lo mejor, una comida nos sale sobre 20
euros con comida y bebida a discreción. Cuando fui, tomamos una ensalada y unos
embutidos, solomillo en salsa y rabo de toro, 4 cañas, dos flanes y una tarta
de queso, 2 cafés y dos chupitos cada uno. No tomamos queso porque ya no podíamos
más y nos cobraron a 34 euros para los dos.
Para
resumir: un sitio raro en extinción donde comer a precio único y contenido con grandes
cantidades y como en casa. Huir si estás de dieta (lástima para ti) o no te
gusta el ambiente familiar y casero. No esperar otra cosa aunque es una
experiencia única.
Platos de la Fernandica (embutidos caseros y ensalada, solomillo en salsa, rabo de toro, tabla de quesos, flan y tarta de queso).
Pros: Mucha cantidad y comida casera muy barata.
Contras: No es un restaurante sino una casa de comida.
Links de interés:
Ledesma, Salamanca, Castilla y León
La Vadima, Ledesma, Salamanca
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